Los Voluntarios de Scientology de Australia ayudan a las víctimas del terremoto de Sumatra — Parte I

Los Ministros Voluntarios de Scientology de Australia llegaron a Indonesia el día después del terremoto del 30 de septiembre que dejó a mas de mil muertos y medio millón de personas sin techo.

Los Ministros Voluntarios de Scientology de Australia que viajaron a Padang, a cuarenta y cinco kilómetros del epicentro del terremoto de magnitud 7.9, no eran novatos en cuanto a los desastres. Son veteranos del tsunami de 2004 en el Océano Indico, el tornado de 2007 en Yogyakarta y el terremoto de 2007 en Java. Pero incluso ellos fueron desafiados por la magnitud de la devastación que encontraron.

Aquí hay un relato de su primer día:

En Padang, a cuarenta y cinco kilómetros del epicentro del terremoto de magnitud 7.9, empezaron en el Barrio Chino que estaba en ruinas después del desastre. Allí, en una tienda medica, los Ministros Voluntarios de Scientology enseñaron a los médicos y a las enfermeras cómo dar ayudas de Scientology y les dieron copias de folletos con instrucciones. Las ayudas son procedimientos desarrollados por L. Ronald Hubbard que proporcionan alivio dirigiéndose a los factores emocionales y espirituales en el estrés, el trauma, la enfermedad y las heridas.

Una enfermera dijo: “¿Entonces se puede aliviar el dolor sin utilizar fármacos o medicamentos? Esto es muy necesario. ¡Todos deberíamos saber esto!”

Luego fueron a un templo chino que sirvió de refugio para aquellos cuyas casas fueron destrozadas. Los voluntarios se reunieron con el jefe de la clínica médica que había trasladado su centro de operaciones a la cancha de baloncesto del templo cuando el terremoto destrozó sus oficinas. No podía dar abasto a la cantidad de gente que acudía al templo en busca de ayuda así que los Ministros Voluntarios se pusieron a trabajar. Montaron mesas para proporcionar ayudas de Scientology y sillas para los que esperaban en fila.

A medida que las filas de personas recibieron ayudas y se corrió la voz sobre el alivio físico y emocional, y las filas crecían, los voluntarios decidieron entrenar a los que esperaban en cómo dar ayudas a otros. Una vez completada su misión en el templo, los Ministros Voluntarios de Scientology se despidieron y se trasladaron a un hospital donde podían ayudar.

Cuando estaban conduciendo por la ciudad veían la inestabilidad estremecedora del terremoto. Un edificio de tres plantas se apoyaba precariamente sobre una casa de al lado. Otro edificio parecía intacto hasta que vieron que le faltaba una pared entera. En una casa se podía ver todas las habitaciones, un retrato de la familia que ya no estaba.

El primer hospital que encontraron estaba totalmente destrozado. El siguiente, un hospital privado, seguía funcionando a pesar de los daños. Allí, en la escalera, una mujer con un bebé en brazos lloraba inconsolablemente, su hermano moría porque no podían pagar las 125 mil rupias para comprar la sangre que necesitaba en el banco de sangre. Los Ministros Voluntarios pagaron la sangre: 15 dólares para salvar una vida.

Los voluntarios entraron en las salas del hospital y mientras unos daban ayudas de Scientology a pacientes heridos, otros explicaban el procedimiento a las enfermeras y les enseñaron a dar ayudas.

Le dieron una ayuda a un hombre cuya pierna estaba totalmente insensible. Una vez terminado el procedimiento no solamente había recuperado las sensaciones en su pierna sino también tenía una larga sonrisa en su cara indicando que el dolor que le atormentaba también se había ido.

Una viga de hormigón había aplastado la pierna de otro hombre, rompiéndola en pedazos desde la rodilla hasta el tobillo. Los médicos habían insertado varas de metal en la pierna. La sangre se filtraba por las heridas recién vendadas y el hombre se retorcía del dolor. Una vez terminada su ayuda estaba calmado y relajado y sonría mientras decía, “Me siento bien... Me siento bien”.

Otro hombre, que tenía heridas por todo el cuerpo, estaba traumatizado hasta tal punto que no podía responder; parecía que no podía ni oír ni hablar. La Ministra Voluntaria de Scientology explicó lo que estaba haciendo mediante lenguaje de signos y empezó con la ayuda. Al principio el hombre no notaba nada, pero gradualmente empezó a responder y al final estaba sonriendo.

Mientras el Día Uno en Padang terminaba, los Ministros Voluntarios de Scientology se reunieron con un equipo de la Cruz Roja de Indonesia. Les habían reservado una habitación adicional en un hotel donde un cubo de agua servía como ducha. Había sido un día largo, caluroso y sucio que nunca olvidarán.

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